Viaje y Cultura

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Viaje y Cultura

El mundo subterráneo de Terra Ronca

 A poco s metros del Camping de Ramiro  se encuentra la caverna Terra Ronca I, donde nos adentramos en la genial aventura de descu...

lunes, 29 de febrero de 2016

El mundo subterráneo de Terra Ronca



 A pocos metros del Camping de Ramiro se encuentra la caverna Terra Ronca I, donde nos adentramos en la genial aventura de descubrir un mundo subterráneo hasta el momento desconocido para mí, gracias nuestro guía, Ramiro, quien además de un vasto conocimiento sobre espeleología, posee la intuición de quien descubrió en la oscuridad y el silencio de las cavernas un conocimiento ancestral, bondades que generosamente nos mostró, con la paciencia de quien sabe que los misterios se develan luego de mucho caminar. Así iniciamos nuestra travesía hacia el centro de la tierra.  
Texto y Fotos por Javiera Silva Ábalos 

Llegar a Terra Ronca no es nada fácil, no es un lugar muy conocido turísticamente y por eso mismo lo hace más atrayente para mí. Queda en el medio del país en pleno Cerrado brasilero, donde los cristales brillan para todos lados, y el agua nace a caudales. Escuché hablar de este lugar algunas veces en mis viajes por Brasil, me lo recomendó más de un viajero amante de las exploraciones. La experiencia de estar más cerca del centro de la tierra con certeza sería impresionante: escuchar y sentir a la tierra literalmente roncando. Porque en estas cavernas, donde el río entra cavando surcos en sus paredes, hay una gran variedad de cavidades y cámaras internas que provocan un efecto amplificador, entonces cualquier sonido, como el agua corriendo o una piedra cayendo, suena más fuerte y destorcido, por eso da la impresión de que la tierra ronca.  
El acceso más directo es desde Brasilia hasta Posse (317 km), luego 39 km hasta Guaraní de Goiás, y desde ahí más 36 km por una calle angosta de tierra que lleva hastala Lapa de Terra Ronca, donde aparece la monumental entrada para la caverna más conocida como Terra Ronca I, de 104 metros de ancho por 96 metros de altura, que da para ver desde el camino, motivo por el cual es probablemente la gruta más visitada. 


Desde aquí, unos 100 metros más adelante en dirección a São Domingos está el Camping de Ramiro, punto de informaciones y de encuentro, donde reside el principal guía del Parque Estadual de Terra Ronca (PETeR), Ramiro, quien ofrece hospedaje y deliciosa comida hecha en cocina a leña.  
El PETeR fue creado el 7 de julio de 1989 y tiene 57 mil hectáreas protegidas. Está localizado en los municipios de São Domingos y Guaraní de Goiás, región nordeste del estado de Goiás, ya casi en la divisa con Bahía, donde el límite físico-geográfico es la Serra Geral, un cordón de roca calcárea de 250 km de extensión y 50 km de ancho. Sería el resultado de la descomposición milenaria de mariscos y algas: excavaciones arqueológicas han determinado en sus estudios que aquí era la costa de un mar interno.  
Son 169 cavernas catalogadas en la Sociedad Brasileira de Espeleologia (SBE), mas, estimase que existen más de 300 en la región, incluyendo los municipios de PosseGuaraní y São Domingos.  
La formación de este complejo de cuevas se debería a la acción de los ríos que nacen en la Serra Geral y acaban formando las cavernas al encontrar el macizo de rocas calcáreas en el parque. La región posee una serie de grutas que tienen en común las galerías kilométricas y el gran volumen de los cursos de agua. El PETeR abriga el mayor atractivo espeleológico de América Latina, grutas y cavernas que están entre las cavidades subterráneas más ricamente ornamentadas del mundo. 
Ramiro y su familia amorosamente nos acogieron, nos brindaron gratas conversaciones en la simpleza de su casa de adobe, junto a un verde periquito que Ramiro rescató luego de encontrarlo herido y adoptó con todo amor como parte de la familia.  
Nuestra experiencia fue fantástica, todo comenzó la noche anterior cuando con un grupo de unas diez personas, entre viajeros y algunos moradores, decidimos dormir en la boca de la caverna Terra Ronca I, en una especie de isla con playa que el curso del río dejó.  


La oscuridad, el canto de los pájaros y murciélagos que encontraron aquí su guarida, el sonido del agua corriendo, y la leve mancha de luz que entraba por la enorme boca de esa noche sin luna, grabaron en mi inconsciente una experiencia inolvidable. Una sensación de libertad difícilmente descriptible, que sólo esta enorme casa natural me podría entregar. No era necesario carpa, fue sólo acomodarse en la blanda y cálida arena junto a nuestros sacos de dormir. 
Desperté con el grito de los papagayos y guacamayos rojos y azules (amenazados de peligro de extinción) un poco antes de que los primeros rayos de sol se asomaren por la gran boca de este macizo de calcáreo. No dio mucho tiempo para disfrutar de la exclusividad de la caverna, porque un grupo de cineastas apareció junto con la luz, tomando cuenta de nuestro provisorio campamento.  
Entonces salimos a buscar a Ramiro, porque quedamos de encontrarnos temprano para salir a explorar las cavidades subterráneas. Al contarle que haría una foto-reportaje sobre las cavernas, él nos propuso gentilmente guiarnos a mí y mi compañero en la experiencia de adentrarnos dentro de la tierra.  


Iríamos a explorar Terra Ronca I, atravesarla hasta donde el cielo aparece nuevamente a un 1 o 2 kilómetro de distancia, y luego continuar por la caverna Terra Ronca II. Se dice que por causa de movimientos tectónicos hace millones de años cayó una parte del techo de piedra, creando esta otra caverna bien menos visitada y con más de 7 kilómetros de extensión, la 16va más larga del país 
En el complejo Terra Ronca, Lapa da Angélica es la más larga, la 4ta del país, con 14 kilómetros de extensión, siendo la favorita de los espeleólogos.  
Llegó una familia local para explorar Terra Ronca I con nosotros y una pareja de brasileros que había llegado esa madrugada se unió para hacer la travesía completa, tanto él cuanto ella eran amantes de la escalada y de las exploraciones.  
Llegamos a la entrada de la caverna, pasamos por la isla que nos acogió la noche anterior, saludamos al grupo de cineastas, encendimos nuestras lámparas de carburo y comenzamos el viaje de atravesar la enorme gruta. Cruzamos el río varias veces, bajamos y subimos, y en todo el camino iban apareciendo verdaderas esculturas que el tiempo y el agua esculpieron 
Frágiles puntas y diversas formas colgaban desde el techo, conocidas como estalactitasmodeladas por el agua que filtrada por las rocas a través de los siglos fue depositando lentamente el mineral de calcita, el cual al acumularse formó verdaderas esculturas. Y pasando por ellas el agua escurre hasta el suelo, depositando el mismo mineral y formando puntas y figuras opuestas llamadas de estalagmitas, que con el trabajo y calma del tiempo llegaron a juntarse a sus pares creando grandes columnas, que a su vez formaron salones gigantescos caprichosamente decorados. Una historia de millones de años de erosión y evolución. 


Cuando nuevamente vimos la claridad la primera caverna había llegado a su fin, subimos a la superficie y el grupo se dividió. Sólo quedamos 5 para continuar, volvimos a bajar y ahora avistamos la segunda caverna, la Terra Ronca II, una gran boca de 120 metros de altura, en la cual nos adentramos, siguiendo nuevamente el curso del río. 




Caminamos un kilómetro y llegamos a una gran claraboya que le llaman Oco das Araras porque allí viven familias de guacamayos, y se pueden ver decenas de estalactitas iluminadas por la luz del sol.  
Desde ahí caminamos más un poco, tal vez otro kilómetro, hasta el Salón de los Enamorados, un lugar mágico, lleno de columnas y formaciones increíbles, como una estalactita en forma de flor detalladamente esculpida, frágil, pero a la vez, con un poder único de resistir a todas las variaciones del tiempo y el espacio físico. Le llaman helictita, y se distingue por crecer en diferentes direcciones, cambiando su eje en una o más etapas de su crecimiento. Tiene forma curva y en ciertas ocasiones consigue desafiar a la propia gravedad. Podría afirmar que es la más delicada de las formaciones subterráneas, y tal vez la más difícil de ver, porque entre mayor acceso, menor es la posibilidad de conseguir sobrevivir.   

Ramiro nos pidió para apagar nuestras lámparas y quedarnos en silencio. Luego, él desapareció. Y unos minutos después vimos una pequeña luz a algunos metros de distancia. Ramiro comenzó a hacer movimientos, como una danza pausada, con luces y sombras. Me llené de admiración. Por un momento me dio la impresión de que las sombras tomaban vida propia y nada en ese instante era más grande y perfecto que el poder que creó tamaña obra de arte. Tal vez el museo más impresionante que ya visité. 























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